Entonces, un día, me desperté por la mañana y pensé en casa. Se descorrió en mi memoria un cerrojo y se abrió una puerta. De repente, como si se hubiera levantado de mi visión una cortina de magia negra, vi la tierra de la que procedía, y toda la gente a la que había conocido, en formas de una inmortal brillantez. E, instantáneamente, empezó a arder dentro de mí un deseo intolerable de volverlos a ver a todos. Dije: –¡Tengo que volver a casa! –y es esto, también, lo que han dicho todos los hombres que han vagabundeado alguna vez por la tierra.
Habían pasado a mi lado tres años como un sueño.
de 'Octubre de 1923' (fragmento)
en "No hay puerta"
Thomas Wolfe
trad. Luis Echávarri
ed. Losada (2012)
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