Cada encuentro (verdadero) es el relato de una anunciación.
Que anuncia la vida con la palabra. Al menos lo que se nos representa por la palabra, cualquier cosa que lo fecunda sin tocarlo, que necesita ser admitido, llevado, que enjambra más lejos esta palabra sin embargo destinada a usted solo.
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Lo imprevisible, eso, puede enloquecer. Tomarle el gusto es correr el riesgo de perderse verdaderamente, cuerpo y bienes, y querer eso cada día aún más. (...)
El encuentro es un acontecimiento filosófico. Un deslumbramiento. Es difícil hablar de una experiencia vivida en tanto ella está aún viva, las palabras serán siempre inadecuadas para traducir esta cualidad de presencia a un otro, de excitación intelectual, de fiebre de escritura a la cual abre un verdadero encuentro. Al querer explicarlo se arriesga a desnaturalizarlo. A traerlo hacia el lado de las cosas partibles. Ese llamado al cual usted responde no tiene límites, si no es por la capacidad del cuerpo de sostenerlo, de darle hospitalidad precisamente al pensamiento. La filosofía no es otra cosa que la vida en acto, "la vida en la amplitud", escribió Patocka. Una parte de muro blanco iluminado por el sol de septiembre es suficiente, en su simplicidad, para resumir lo que en el real nos aparece sin llegar nunca a nosotros. Y es ese doble movimiento a la vez de presencia para nuestra percepción –simple, unívoca– y ese retiro al interior mismo de lo visible que lo funda, eso que lo vuelve absolutamente singular, que nos obliga a pensar. A amar también, si por amar entendemos este encuentro de un otro que nos conmociona alcanzándonos al corazón y nos abandona también, exactamente.
¿Qué es lo inesperado? ¿Es lo que lo alcanza más allá de los límites que había prescripto su imaginación? Lo inesperado toma raíz en la esperanza y en la derrota, al mismo tiempo que la realiza.
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Un encuentro. ¿Por qué tenemos tanto miedo? ¿Qué le va a suceder a usted? Es como si de repente el mundo le penetrara la piel. Es la historia de usted que lo atrapa. Avanzamos allí donde otros antes que nosotros ciertamente avanzaron pero cada vez es única. Inédito. Así opera lo inesperado, no realiza un promesa, la desborda por todas partes.
Entrar en esta historia, decirle sí al encuentro, es aceptar ser desposeído. ¿Pero eso qué quiere decir? ¿Un ser nunca le pertenece a usted? No, ni su amor, ni su pasión, ni siquiera su presencia. Todo puede desaparecer, olvidarse, perderse. Hay que estar loco para hacer esa apuesta insensata por el amor. Es esta inconsciencia misma que es magnífica, contraria a todas las estrategias de compromiso de la neurosis. ¡Pero, Dios, qué profundos son los miedos que nos habitan...!
de 'Un encuentro' (fragmento)
en "En caso de amor"
Anne Dufourmantelle
trad. Karina Macció
ed. Nocturna (2021)