Cuando escribieron en sus pergaminos esta inscripción, que les conmovió mucho, franquearon una gran puerta que se abría en medio de la galería, y entraron a una sala, en el centro de la cual había una hermosa pila de mármol transparente, de donde se escapaba un surtidor de agua. Sobre la pila, a manera de techo agradablemente colocado, se alzaba un pabellón cubierto con colgaduras de seda y oro en matices diferentes, combinados con un arte perfecto. Para llegar a aquella pila , el agua se encauzaba por cuatro canalillos trazados en el suelo de la sala con sinuosidades encantadoras, y cada canalillo tenía un lecho de color especial. El primero tenía un lecho de pórfido rosa; el segundo, de topacios; el tercero, de esmeraldas, y el cuarto, de turquesas; de tal modo, que el agua de cada uno se teñía del color de su lecho, y herida por la luz atenuada que filtraban las sedas en la altura, proyectaba sobre los objetos a su alrededor y las paredes de mármol una dulzura de paisaje marino.
de 'La ciudad de bronce' -en la 345ª noche- (fragmento)
en "El libro de las mil noches y una noche" (Tomo segundo)
versión del árabe: J.C. Mardrus / trad. Vicente Blasco Ibáñez
ed. El Ateneo (1950)
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