El viento intenta separar las olas del mar. Pero las olas pertenecen al mar, ¿acaso no es obvio?, y al viento le toca soplar... no, no tiene que soplar, incluso convertido en tempestad o en borrasca. Ciegamente tiende, como un loco o un maníaco, hacia un sitio de perfecta calma, de bonanza, donde al fin estará tranquilo, tranquilo.
¡Cuán indiferentes le resultan las olas del mar! Que estén en el mar o en un campanario, en una rueda dentada o en la hoja de un cuchillo, le importa poco. Va hacia un sitio de quietud y de paz donde al fin deja de ser viento.
Pero su pesadilla dura ya desde hace mucho tiempo.
Henri Michaux (1899-1984)
de "Antología poética 1927-1986"
trad. Silvio Mattoni
ed. Adriana Hidalgo (2014)
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