Miandafú esperó unas horas pero no vio venir a nadie. Entonces, de pronto, contempló cómo se formaba en la atmósfera, por encima de la plaza, una inmensa nube de polvo, como si todo un ejército a caballo estuviera avanzando por aquél lugar. Se preguntó por el origen de aquella extraña polvareda, pues por más que abría los ojos no veía a nadie.
En ese momento un lagarto asomó la cabeza por un pequeño agujero excavado junto al termitero y dijo:
–¡Oh Miandafú! Consígueme un saltamontes y no sólo te permitiré ver la feria, sino acercarte a su organizador y hablar con él.
Miandafú no tardó mucho en encontrar un saltamontes. Se lo entregó al lagarto, quien lo destripó y se lo comió. Luego escupió una gota de saliva en la palma de la mano de Miandafú.
–¡Frótate el ojo izquierdo utilizando el meñique izquierdo y ya verás lo que pasará! –le dijo.
Miandafú no se lo pensó dos veces.
de 'Satán y la feria de las calamidades' (fragmento)
en "Cuentos de los sabios de África"
Amadou Hampaté Ba
trad. Alicia Capel Tatjer
ed. Paidós (2010)
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