Según algunos, el balaur tiene cuerpo de serpiente, grandes alas y patas con corvas garras; según otros, no tiene patas, pero sus dientes son venenosos; unos afirman que habla como los hombres; otros, que sólo ruge y arroja fuego por la boca y que por donde pasa no vuelve a crecer la hierba. Unos dicen que tiene siete cabezas; otros, que doce, y que cuando va a la lucha vuela y anda a la vez y abre la boca tanto, que avanza «con una mandíbula tocando el cielo y con la otra la tierra», abrasándolo todo. Unos dicen que habita en lugares desiertos y abandonados, entre ruinas de casas; otros, que bajo el agua, y que cuando tiene hambre, engulle al hombre que se acerca a la orilla.
Para «hacer» un balaur se juntan muchas serpientes en un lugar húmedo, frondoso y solitario, y allí, todas a la vez, comienzan a soplar hasta que les sale espuma de la boca. Esa espuma, después de recibir mucho tiempo el aliento, se endurece y transforma en un diamante que tiene el poder de calmar la sed y el hambre de quien lo lame. Si una serpiente se traga ese diamante, se vuelve más gruesa y larga y le crece la cabeza; si se esconde entonces y durante siete años sin interrupción vive en la oscuridad sin que nadie la vea, sale convertida en balaur.
adaptado de "Cuentos y leyendas de Rumania"
Angela Ionescu
ed. Norma (1989)
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