Sin más demora los seis penetraron en seguida en el patio de palacio. Delante iba Harap-Alb y los demás detrás, a cual más hermoso y mejor vestido arrastrando sus harapos. Entonces Harap-Alb se presentó ante el Emperador Pelirrojo y le contó de dónde, cómo, quién y para qué habían venido. El emperador quedó asombrado al ver que unos desgraciados tenían la osadía de pedirle desvergonzadamente la hija, fuese de la parte de quien fuese. Pero, como no quería entristecerles, no les dijo ni sí ni no, mas les contestó que se quedasen aquella noche allí y que hasta la mañana siguiente él pensaría lo que debía hacer... Por su parte, el emperador llamó en secreto a uno de sus fieles servidores y le ordenó que llevase a los huéspedes a dormir a la casa de cobre ardiente para que durmiesen eternamente, igual como les había sucedido a otros pretendientes tal vez más importantes que éstos.
El servidor del emperador encendió una hoguera debajo de la casa de cobre con veinticuatro arrobas de leña, hasta que la casa se puso roja como las ascuas. Luego, cuando anocheció, invitó a los huéspedes a ir a la cama. Entonces Friolero, como era muy astuto, llamó a sus compañeros y les dijo quedamente:
–No entréis antes que yo allí adonde nos lleve el criado del chivo pelirrojo, porque no llegaríais al amanecer. Pues el Emperador Pelirrojo es famoso en estas tierras por su extraordinaria bondad y su inaudita generosidad. Ya sé yo cuán hospitalario y generoso es a espaldas de otros. ¡Con tal que no mate a muchos hasta entonces, que viva tres días a partir de anteayer!
'Harap-Alb' (fragmento)
en "Cuentos de Rumanía"
Ion Creanga
trad. Esther Berenguer
ed. La Gaya Ciencia (1978)
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