viernes, 13 de marzo de 2015

vergel










   Si alguien tuviera a bien designar cuál es el rey de los meses,
reinaría mayo sobre todos los otros,
por ser este mes el más precioso ornamento de la tierra entera:
el ojo de todas las plantas y el esplendor de las flores,
el rojear de los prados y su reluciente belleza.
Prodigiosamente nos inspira pasiones y nos induce al favor de Afrodita.
Es él quien pone a la tierra en disposición de imitar al cielo,
al dotarla con el fulgor de los brotes de las rosas y los narcisos.
   En este mes admirable y de tan grande dulzura,
resolví cambiar de morada a solas con mi bella esposa,
la hija encantadora del general Ducas.
Y así fue como llegamos a una maravillosa pradera,
en la que fijamos la tienda y nuestro propio lecho,
disponiendo en torno de ella toda suerte de plantas.
Los juncos germinaban apuntando hacia el cielo,
y en medio del prado brotaba un riachuelo de agua fresca
que discurría atravesando de parte a parte el vergel.
Numerosas especies de aves poblaban la floresta:
faisanes amansados, papagayos y cisnes.
Los papagayos canturreaban suspendidos sobre las ramas,
y en el agua los cisnes buscaban sustento.
los faisanes exhibían sus plumas paseándose por entre las flores,
rivalizando con ellas por el color de sus pétalos.
Luego, las aves restantes, poseedoras de libres alas,
jugueteaban saltando de rama en rama entre los árboles.













fragmento del canto VI del Digenís Akritas
en "Poesía heroica bizantina"
trad. Oscar Martínez García
ed. Gredos (2003)


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