Toda alma tiene un intelecto, no es irracional (alogos) ni carente de intelecto (anous), excepto que cuanto de ella se mezcla con la carne y las pasiones se vuelve irracional al enajenarse con placeres y dolores. Pero no todas se mezclan del mismo modo: unas se hunden enteramente en el cuerpo y perturbadas ellas son distraídas en su totalidad por las pasiones a lo largo de la vida; otras en parte se mezclan y en parte dejan fuera lo más puro, que sobresale como una boya desde la cabeza aunque esté sumergido en la profundidad, y al enderezarse el alma en torno suyo, sujeta cuanto es obediente y no está dominado por las pasiones. Pues bien, esta parte sumergida en el cuerpo se llama alma (psychē), pero lo más puro, que se sustrae a la corrupción, la mayoría de la gente lo llama intelecto (nous), porque creen que está dentro de sí mismos, pero quienes piensan correctamente lo denominan demon, en la idea de que está afuera.
Plutarco de Queronea (ca. 50-125 d.C.)
citado en 'La transmigración en Plutarco' (fragmento)
Rosa M. Aguilar
en "Reencarnación"
A. Bernabé, M. Kahle y M.A. Santamaría (eds.)
ed. Abada (2011)
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