(...) Y mientras sientes los astros hablar sobre tu cabeza, ¿no oyes a los guijarros hablar bajo tus zapatos? ¿No mantienes romances con algunas zarzas del arenal? ¿No otorgas alma a las bestias? ¿No otorgas un alma a las plantas? ¿No das un alma al polvo, un alma a la ceniza, un alma al fango, un alma a la inmundicia, un alma a todo lo que el cuerpo repudia, un alma al escupitajo de Judas, un alma a las lágrimas de Magdalena, un alma a la sangre de Jesús? ¿No estás ahí, tembloroso, vacilante, asustado, entre este cielo y esta tierra, entre todos estos tan altos mundos y estas almas tan bajas, entre estos paraísos y estos infiernos, entre estas chispas y estas piedras, y no te preguntas cuál es el formidable encendedor que hará surgir constelaciones de estos pedernales?
de 20 de septiembre de 1854 (fragmento)
en "Lo que dicen las mesas parlantes"
Victor Hugo
trad. Cloe Masotta
ed. WunderKammer (2016)
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