Ferécides, en resumen, así: En el principio
eran el tiempo, la tierra y el dios.
Y el tejido del ser
fue hilado por el dios y entregado como ofrenda de boda
en su matrimonio con el submundo:
la superficie bordada del mundo
arrojada sobre la envergadura de las raíces de árboles,
sobre la desnudez
de los dioses; y las puntas de los hilos,
barridas y olvidadas.
Todas las cosas, desde entonces, han nacido
del vientre de la tierra, en los siete
valles, han surgido de los siete arroyos interiores.
O un dios cubrió el repugnante barro con un velo
y se casó con él, y el polvo
de Ferécides, al ser enterrado, regresó tamizado a su hogar.
Quedan, de la mente de Ferécides:
la cresta formada por sedimentación y la leche glacial,
la alta escorrentía primaveral en el desfiladero,
y las cataratas, separadas a martillazos de las nubes,
contra el acantilado,
que desaparecen en el aire ávido de los Himalayas.
'Ferécides'
de 'Los antiguos en su conocimiento'
en "La belleza de las armas"
Rober Bringhurst
trad. Marta del Pozo y Aníbal Cristobo
ed. Killer71 (2013)
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