(...) "¡Usando la astucia logré finalmente recobrar mi libertad! Lleno de repulsión hacia los habitantes de tierra firme, que, aunque se llamasen mis semejantes, en nada parecían asemejárseme hasta el momento (¿si ellos creían ser mis semejantes porqué me hacían daño?) dirigí los pasos hacia los guijarros de la playa, con la firme resolución de darme muerte, si el mar me ofrecía reminiscencias de una existencia anterior fatalmente vivida. ¿Creerás a tus propios ojos? Desde el día en que abandoné la casa paterna, no me lamento tanto como imaginarías, de habitar el mar y sus grutas de cristal. La Providencia, como puedes comprobar, me ha otorgado, en parte, un organismo de cisne. Vivo en paz con los peces, y ellos me proveen del alimento que necesito como si yo fuera su monarca. Voy a lanzar un silbido particular, siempre que no te contraríe, y verás como ellos reaparecen." Sucedió tal como había predicho. Reanudó su regia natación, rodeado de su cortejo de súbditos. Y aunque al cabo de algunos segundos desapareció completamente de mi vista, con un catalejo pude distinguirlo todavía en los últimos límites del horizonte.
de 'Canto Cuarto' (fragmento)
en "Obras Completas: Los Cantos de Maldoror - Poesías - Cartas"
Conde de Lautréamont
trad. Aldo Pellegrini
ed. Argonauta (1986)
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