–Ahora –dijo otra vez Murumutuma cuando acabó de soplar a Maitxaúle– ponte aquel ropaje de plumas de cóndores con el que subiste al cielo. Con él te volverás a convertir en zamuro y podrás volar en cuanto hayas batido las alas.
Todo lo hizo Maitxaúle como el ruiseñor se lo decía. Empezó a volar y se emparejó con Murumutuma, el cual lo condujo a la salida del cielo, que al palawiyang le pareció muy pequeña, pero su guía le dijo:
–Baja un poco la cabeza y podrás pasar.
de 'El cóndor de dos cabezas' (fragmento)
en "Kuai-Mare – Mitos aborígenes de Venezuela"
Maria Manuela de Cora
ed. Monte Avila (1972)
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