Pero cuando, después de otros cinco mil cuatrocientos años, la primavera se enseñoreó de la época de Dhzu, el firmamento echó sus inamovibles raíces y la luz pudo, finalmente, formar el sol, la luna, las estrellas y los restantes cuerpos celestes. No es extraño, por tanto, que se diga que el Cielo comenzó a existir en época tan numinosa. La siguieron otros cinco mil cuatrocientos años, durante los cuales el firmamento se solidificó para siempre. Lo mismo ocurrió con la tierra durante la época de Chou.
del 'Capítulo 1' (fragmento)
en "Viaje al Oeste - Las Aventuras del Rey Mono"
Anónimo chino del siglo XVI
trad. Enrique P. Gatón e Imelda Huang-Wang
ed. Siruela (2009)
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