martes, 9 de diciembre de 2014

el funámbulo













Una lentejuela de oro es un minúsculo disco de metal dorado, con un agujero. Delgada y ligera, puede flotar en el agua. Algunas veces una o dos quedan pegadas en los rizos de un acróbata.

Este amor –aunque casi desesperado, aunque cargado de ternura– que debes mostrar por tu maroma, tendrá tanta fuerza como demuestra el alambre para soportarte. Conozco los objetos, su malignidad, su crueldad, su gratitud también. La maroma estaba muerta –o, si quieres, muda, ciega–, has llegado: vivirá y hablará.

La amarás, y con un amor casi carnal. Cada mañana, antes de iniciar tu entrenamiento, cuando está tensa y vibra, ve a darle un beso. Pídele que te aguante y que te conceda la elegancia y el nerviosismo de la corva. Al finalizar la sesión, salúdala, dale las gracias. Cuando esté enrollada aún, por la noche, en su caja, ve a verla, acaríciala. Y posa, amablemente, tu mejilla en la suya.

Algunos domadores utilizan la violencia. Tú puedes intentar domar tu maroma. Desconfía. Al alambre, como a la pantera y, según dicen, como al pueblo, le gusta la sangre. Domestícala más bien.

Un herrero –sólo un herrero de bigotes grises y anchos hombros puede atreverse a tales delicadezas– saludaba así, cada mañana, a su amada, a su yunque:
   –¡Hola, hermosa!
Por la noche, terminada la jornada, su gruesa zarpa lo acariciaba. El yunque no era insensible a ello, el herrero conocía su emoción.

Carga tu alambre, con la más hermosa expresión, no tuya sino suya. Realizarás tus brincos, tus saltos, tus danzas –en argot de acróbata tus flic-flac, corveta, saltos mortales, ruedas, etc.– no para brillar sino con el fin de que un alambre que estaba muerto y sin voz cante por fin. Cómo te lo agradecerá si eres perfecto en tus actitudes, no por tu gloria sino por la suya.
   Que el público maravillado lo aplauda:
   –¡Qué sorprendente alambre!¡Cómo sostiene a su acróbata y cómo le ama!
A su vez, el alambre hará de ti el más maravilloso acróbata.














Jean Genet (1910-1986)
fragmento de "El funámbulo" 
en 'El objeto invisible' (1997)
trad. Manuel Serrat Crespo
ed. Thassàlia


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