Y escuchad: toda la tierra usa una lengua, unas mismas palabras.
Mirad: viajan desde Oriente, llegan a un valle en la tierra de Sinar, y allí se establecen.
«Podemos unirnos», dijeron, «y como piedra sobre piedra usar ladrillo: y cocerlo hasta que se endurezca.» Y para mezcla calentaron betún.
«Si nos unimos», dijeron, «podemos edificar una ciudad y una torre cuya cúspide toque el cielo: llegar a la fama. Sin un nombre estamos desligados, dispersos por la faz de la tierra.»
Yahvé bajó a mirar la ciudad y la torre que iban a edificar los hijos del hombre. «Son un solo pueblo, con una misma lengua», dijo Yahvé. «Entre ellos han concebido esto, y no cejarán mientras no haya límite a lo que toquen. Entre nosotros, descendamos pues, confundamos su lengua hasta que el amigo no entienda al amigo.»
De allí Yahvé los esparció por toda la faz de la tierra; la ciudad se deshizo.
Por esto llamaron al lugar Bavel: allí Yahvé confundió sus lenguas. Dispersos de allí por Yahvé, llegaron a los confines de la tierra. La ciudad quedó sin límites.
versión de "El libro de J"
Harold Bloom - David Rosenberg
trad. Marcelo Cohen
ed. Interzona (1995)
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