lunes, 25 de mayo de 2015

alta edad










   Alta edad, venimos desde todas las márgenes de la tierra. Antigua es nuestra raza, nuestro rostro carece de nombre. Y mucho sabe el tiempo de cuantos hombres fuimos.

   Solos hemos andado sobre las lejanas carreteras; y los mares nos llevaban, los mares que fueron extranjeros para nosotros. Hemos conocido la sombra y su espectro de jade. Hemos visto el fuego del que se espantaban nuestros animales. Y el cielo se encolerizó en nuestros vasos de hierro.

   Alta edad, henos ahí. Ni rosas ni acantos nos preocuparon. Pero el monzón de Asia latigueaba, hasta en nuestros lechos de cuero o de roten, su leche de espuma y de cal viva. Muy grandes ríos, nacidos del Oeste, enfilaban al mar en cuatro días su espeso quilo de limo verde.

   Y sobre la tierra de laterita roja donde corren las cantáridas verdes, oíamos tintinear una noche las primeras gotas de lluvia tibia, entre el revuelo de los gálgulos azules de Africa y el descendimiento de los grandes vuelos del Norte que hacen restallar la pizarra de un gran Lago.














Saint-John Perse (1887-1975)
fragmento de "Crónica"
trad. Lysandro Z.D. Galtier
ed. Fabril (1961)


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