Así pues, cielo y tierra son algo material (wu), y además, algo material incompleto. Por eso en la remota antigüedad Nü Wa escogió piedras de los cinco colores para rellenar sus huecos y cortó las cuatro patas de una tortuga gigante para fijar los cuatro límites (bordes del cielo). Posteriormente Gong Gong, al luchar contra Zhuan Xu por el imperio, en un arrebato de cólera, golpeó el monte Bu zhou: uno de los pilares del cielo se quebró y se rompieron los lazos que sujetaban la tierra. A causa de ello el cielo se inclinó hacia el noroeste y por eso hacia allí se dirigen el sol, la luna y las estrellas; la tierra se hundió en el sureste y esa es la razón de que los cien ríos discurran en esa dirección.
Tang Wen: Preguntas de Tang
en "Lie Zi, el libro de la perfecta vacuidad"
trad. Iñaki Preciado
ed. Kairos (1987)
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