El odio es, por su naturaleza, ciego. Solo puede ser odiada una parte de un ser. Quien percibe un ser en su totalidad y está constreñido a repudiarlo, no se halla más en el reino del odio; se encuentra en el reino de la limitación humana de la capacidad de decir Tú. Es incapaz de decir la palabra primordial al otro ser humano que lo confronta. Esta palabra envuelve coherentemente una afirmación del ser a quien se dirige. Por eso está obligado a renunciar a sí mismo o al otro.
Martin Buber (1878-1965)
fragmento de "Yo y Tú"
trad. Horacio Crespo
ed. Nueva Visión (1984)
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