Las catedrales vistas cual fósiles encerrados en nuestras ciudades como en sedimentos tardíos. De sus dimensiones no se nos ocurre extraer, sin embargo, consecuencias sobre la fuerza vital que en otros tiempos estuvo coordinada con ellas y les dio forma. Aquello que estuvo vivo dentro de esas conchas multicolores y que las creó es algo que nos queda más lejano que los amonites del Cretáceo; y más fácil que reconstruir su figura nos resulta reconstruir, a partir del hueso de un saurio encontrado en una cantera de pizarra, la imagen del animal de que ese hueso formó parte. También puede decirse que los seres humanos de hoy ven esas obras como ven los sordos las formas de violines y trompetas.
Ernst Jünger (1895-1998)
entrada del 30 de abril de 1939
en "Radiaciones I"
trad. Andrés Sánchez Pascual
ed. Tusquets (2005)
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