El viajero sabe
que muchas tierras, ríos, bosques y montañas
lo separan de su amada,
que, de ningún modo,
sus ojos la podrían alcanzar.
Mas, levantando la cabeza,
alzándose sobre la punta de sus pies
y limpiando sus ojos cubiertos por las lágrimas,
hacia la región donde ella vive,
pensando no sé qué,
dirige sus miradas.
Amaru (? -850 d. C.)
en "Cien poemas de amor"
trad. Fernando Tola
ed. Barral (1971)
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