(...) A la hora de costumbre, al amo, después de tomar el baño y desayunar, le entraron ganas de higos, se fue a buscar el fruto y dijo:
–Agatopo, dame higos.
Al ver el amo que se lo tomaba a risa, se molestó y cuando supo que Esopo se había comido los higos, dijo:
–Que llame uno a Esopo.
Después que fue llamado se presentó. Y le dijo el amo:
–¡Maldito! ¡Así me has despreciado!, ¿de manera que has entrado en el almacén y te has comido los higos que había preparados para mí?
Esopo le oyó y como no podía hablar por el obstáculo de su lengua, clavó la vista en sus acusadores, que estaban presentes. Cuando estaba a punto de que lo azotaran se tiró a las rodillas del amo y suplicó que se contuviera un poco. El amo aguardó. Esopo, al ver que al lado había un cántaro lo tomó y, por señas, pidió agua tibia y luego de meter un cazo dentro, Esopo bebió el agua, se metió los dedos en la boca y, tras provocarse arcadas, arrojó el agua tibia que había bebido, porque no había probado absolutamente nada. Después de demostrar su inocencia por medio de esta argucia, reclamó que sus compañeros hicieran lo mismo que él para saber quién era el que se había comido los higos. Asombrado el amo de la ocurrencia de Esopo mandó que los otros, después de beber, vomitaran. Los esclavos se dijeron:
–¿Qué vamos a hacer, por Hermes? Bebamos y no nos metamos los dedos del todo, sino sólo los nudillos.
Pero en cuanto bebieron el agua tibia, que es una cosa biliosa, los higos salieron a flote y nada más quitar el dedo los higos salieron danzando. El amo dijo:
–¿Véis cómo habéis acusado en falso a quien no puede hablar? ¡Desnúdalos!
Al llevarse éstos los azotes, aprendieron, sin duda, que quien trama un mal contra otro, sin darse cuenta se lo está haciendo a sí mismo.
de 'Vida de Esopo' (fragmento)
en "Esopo: Fábulas - Vida / Babrio: Fábulas"
trad. P. Bádeñas de la Peña y J. López Facal
ed. Gredos/RBA (2006)
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