Suruku, el chacal, fue a ver a Sonsani, el conejo, y le preguntó: "Dime dónde se encuentra eso que comes para que yo pueda también obtenerlo". Sonsani dijo: "Es muy difícil". Suruku dijo: "Pues vamos juntos". Sonsani dijo: "Bien. Iremos mañana temprano; saldremos cuando los gallos canten". Suruku dijo: "Me parece bien". Suruku se fue a su casa y golpeó a sus gallos para que cantasen. Salió corriendo, despertó a Sonsani y dijo: "¡Ven, que ya cantan los gallos!" Sonsani dijo: "No ha amanecido todavía. Espera hasta que el sol pinte de rojo el cielo". Suruku salió, amontonó la leña que tenía en su casa y le prendió fuego. El fuego produjo un gran resplandor. Volvió a casa de Sonsani, le despertó y dijo: "Ven, el cielo está pintado de rojo". Sonsani dijo: "Todavía no ha amanecido; espera a que sea de día. Voy a tirar una aguja en aquél montón de paja; búscala. Cuando la hayas encontrado, podremos irnos". Suruku buscó la aguja, y como era difícil encontrarla, no la halló hasta aparecer la luz del día. Cuando encontró la aguja, se la llevó a Sonsani, y éste dijo: "Está bien, podemos irnos".
'Sonsani en el vientre de la vaca' (fragmento)
en "El decamerón negro"
León Frobenius
ed. Losada (1938)
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