miércoles, 21 de marzo de 2018

una chalupa





   Desde siempre se ha dicho que el Río de Plata comunica con el mar.
   Hace no mucho tiempo hubo un hombre que vivía en una isla y que veía llegar, sin falta, una chalupa flotando en el mes octavo de cada año. Intrigado, construyó un toldo en ella, la cargó de vituallas, se embarcó y zarpó. La primera decena de días aún fue viendo la luna, el sol y las estrellas, pero luego entró en una ofuscación que no le permitía distinguir si era de día o de noche; al cabo de otra decena de días así, llegó súbitamente a un lugar donde había murallas y grandiosos edificios y, en la lejanía, un palacio y mujeres tejiendo dentro. Vio a un hombre trayendo un buey a beber. 
   –¿Cómo es que arriba por estos parajes? –le preguntó el del buey.
   El de la chalupa se lo explicó, y luego le preguntó cómo se llamaba aquel lugar al que había arribado. 
   –Lo sabrá cuando regrese al pasar por el reino de Shu y hable con el adivino Yan Junpin; él se lo dirá.
   No desembarcó, pues, sino que inició su regreso, tal como estaba previsto. Llegó a Shu y fue a preguntar a Yan Junpin.
   –Tal día de tal mes de tal año –le dijo éste– apareció una nueva estrella en la constelación de Altair. 
   Hizo cálculos el hombre de la chalupa y vio que la fecha que le daba el adivino coincidía con la de su llegada a aquel lugar desconocido: había subido a la Vía Láctea.













Zhang Hua
de 'Relación de las cosas del mundo' (10.12)
citado en "Mitología clásica china"
trad. Gabriel García-Noblejas Sánchez-Cendal
ed. Trotta (2004)

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