Se consultaron los dioses y dijeron: "¿Quién habitará, pues que se estancó el cielo y se paró el Señor de la tierra?, ¿Quién habitará, oh dioses?" Se ocuparon en el negocio Citlaliicue Citlallatónac, Apanteuctli. Tepanquizqui, Tlallamanqui, Huictlollinqui, Quetzalcóhuatl y Titlahcahuan. Luego fue Quetzalcóhuatl al infierno, se llegó a Mictlanteuctli y a Mictlancíhuatl y dijo: "He venido por los huesos preciosos que tú guardas". Y dijo aquél: "¿Qué harás tú, Quetzalcóhuatl?" Otra vez dijo éste: "Tratan los dioses de hacer con ellos quien habite sobre la tierra". De nuevo dijo Mictlanteuctli: "Sea en buena hora. Toca mi caracol y tráele cuatro veces al derredor de mi asiento de piedras preciosas". Pero su caracol no tiene agujeros de mano. Llamó a los gusanos, que le hicieron agujeros, e inmediatamente entraron allí las abejas grandes y las montesas, que lo tocaron; y lo oyó Mictlanteuctli. Otra vez dice Mictlanteuctli: "Está bien, tómalos". Y dijo Mictlanteuctli a sus mensajeros los mictecas: "Id a decirle, dioses, que ha de venir a dejarlos". Pero Quetzalcóhuatl dijo hacia acá: "No, me los llevo para siempre".
de 'El nacimiento de la muerte' (fragmento)
en "Muerte a filo de obsidiana"
Eduardo Matos Moctezuma
ed. Fondo de Cultura Económica (2000)
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