Tengo himnos, que callo.
Hay un estar erguido
en el que inclino mis sentidos:
tú me ves grande y soy pequeño.
Tú puedes distinguirme, oscuramente,
de esas cosas que se arrodillan;
son igual que rebaños que estuvieran paciendo;
y yo soy el pastor, en la ladera
del páramo, ante quien acuden por la tarde.
Entonces voy tras ellas
y escucho el sordo canto de los puentes oscuros,
y en el vaho de sus lomos
se esconde mi regreso.
de 'El libro de la vida monástica' (fragmento)
en "El libro de horas"
Rainer Maria Rilke
trad. Federico Bermúdez-Cañete
ed. Lumen (1999)
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