martes, 15 de agosto de 2023

prodigio inaudito

 




«Mi dulcísimo hijo, luz de mis ojos,

consuelo del alma mía, ya en la vejez,

mi dulce contento y la alegría de mi corazón,

dime hijo, ¿por qué te demoraste tanto en la Romania?

Que al no poder verte, yo no quería contemplar la luz,

ni ver el brillo del sol, ni seguir con vida en el mundo.

¿Acaso suceden en la Romania milagros tan asombrosos

como los que acontecen, hijo mío, ante la tumba del Profeta,

hasta la que tú me acompañaste para que elevara mis rezos?

¿Has visto algún prodigio inaudito tal que, hecha la noche,

sin una gota de luz, un haz luminoso bajara del cielo

y con un resplandor inefable iluminara el palacio entero?

¿Has visto, acaso, leones y osos, y lobos entre los rebaños,

y toda suerte de animales que pastaran en mutua compañía

y que, sin atacarse en absoluto unos a otros,

aguardaran todos a que la plegaria llegara a su fin

para, tras prosternarse, marcharse enseguida? 

¿Has visto algo más asombroso que esto en la Romania?

¿No se encuentra entre nosotros el paño de Naamán,

rey que fuera de los asirios,

por cuyo cúmulo de virtudes fue considerado capaz de obrar milagros?

¿Cómo puedes renegar de todo esto

y despreciar el poder y la mayor de las glorias?

Cuando todos pensaban que te enseñorearías de Egipto,

tú te has alzado como obstáculo de tu propia fortuna

al renunciar a todo por culpa de una sola romana».









de 'Digenís Akritas' (fragmento)

en "Poesía heroica bizantina"

trad. Óscar Martínez García

ed. Gredos (2003)

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