viernes, 25 de septiembre de 2015

túmulos









   Cuando los viajeros de los siglos XVII y XVIII atravesaban en primavera la inmensa estepa que desde Ucrania lleva hasta Siberia, descubrían junto al camino unos túmulos; unas veces aislados, otras agrupados, unas veces pequeños, otras de más de veinte metros de altura. Hacían entonces un alto de unos minutos o de unas horas. Alrededor se extendía una alfombra de flores: tulipanes silvestres, lirios amarillos y violetas, amapolas, ranúnculos, jacintos púrpura, sumergidos en una hierba blanca como de plumón, un mar de plata; al fondo, en el aire transparente y azul, pasaban, veloces, recortados contra el cielo, los ciervos, los lobos grises y azules, las águilas y las avutardas. Los viajeros no sabían que en aquellos túmulos yacían los cuerpos de los príncipes escitas, cuyas costumbres y empresas habían leído apasionadamente en Herodoto. 















Pietro Citati
frag. de 'Los escitas'
en "La luz de la noche"
trad. Juan Díaz de Atauri
ed. Acantilado (2011)



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