lunes, 7 de septiembre de 2015

jauría








   Tocó el cuerno, empezó la caza con gran tumulto, se lanzó tras los perros y muy pronto perdió a sus compañeros. Prestando oídos a los ladridos de sus perros, oyó los de otra jauría: pero sus ladridos no eran los mismos y aquella jauría avanzaba al encuentro de la suya. Y pudo ver un claro en el bosque, y cuando su jauría apareció por el lindero del claro, vio un ciervo que huía perseguido por la otra jauría. Llegó al centro del claro cuando la jauría que lo perseguía lo alcanzó y derribó. Pwyll contemplaba el color de aquellos perros sin acordarse más del ciervo, y de todos los perros que había visto en el mundo, jamás había visto perros de aquél color. Eran de color blanco reluciente y lustroso, y sus orejas eran rojas; y como resplandecía la extraordinaria blancura de los perros, así también resplandecía el extraordinario rojo de sus orejas. Pwyll avanzó hacia los perros, ahuyentó a la jauría que había matado al ciervo y azuzó a sus perros a la encarna. En aquel momento vio venir detrás de la jauría a un caballero montado en un gran caballo gris acero que llevaba una vestimenta de caza de lana gris y un cuerno de caza en torno al cuello.

















fragmento de 'Pwyll, príncipe de Dyvet'
en "Mabinogion - Relatos Galeses"
trad. Maria Victoria Cirlot
ed. Editora Nacional (1982)


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