Entonces se levantó un muro alrededor del árbol y se le fijaron límites y se le dio forma. Sus límites son las [seis] direcciones, arriba y abajo, derecha e izquierda, delante y detrás, siendo lo más alto su límite superior y lo más bajo, el inferior. Las cosas que le dan forma son los horizontes, los cuerpos celestiales, las regiones de la tierra, las leyes [por las que se gobiernan], las señales [por las que se reconocen] y los nombres [por los que se las conoce]. Así, las siete zonas se establecieron para que fueran como hojas que dan sombra, y se fijaron las estrellas en sus cursos para que fueran como flores en las bóvedas celestiales, mientras que la noche y el día se dispusieron como dos cortinas alternas, una negra para que, corrida, ocultara las cosas de la vista, y otra blanca para que, al descorrerse, revelara las cosas que pueden ser vistas.
Ibn Al-Arabi (1165-1240)
fragmento de "El árbol del universo"
trad. Carmen Liaño
ed. Sufi (1989)
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