Marivaux a un mendigo sano: «¿No puede usted trabajar?». Y el mendigo: «¡Ah, mi querido señor! Si supiera usted lo perezoso que soy, seguro que se apiadaría de mí». Esta sinceridad le gustó tanto que le dio una limosna.
Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799)
en "Aforismos"
trad. Juan del Solar
ed. Edhasa (2002)
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