lunes, 6 de noviembre de 2017

aderezo






Quetzalcóatl se contempló espantado
con el cuerpo que le dieron los demonios.
Jamás sería visto por su gente de tal suerte,
pero su ynahual, el coyote, díjole, consolándolo:
"Sal a ver a tus vasallos, voy a aliñarte para que te vean."
Y le hizo primero un atavío de plumas de quetzal
que del hombro a la cintura le cruzaba.
Luego le hizo su máscara de turquesas
y tomó color rojo, con el cual le enrojeció los labios,
tomó color amarillo, con el cual le hizo sus cuadretes
en la frente,
luego le dibujó los dientes, cual si fueran de serpiente,
y le hizo su peluca y su barba de plumas azules
y de plumas de roja guacamaya, y se las ajustó muy bien
echándoselas hacia atrás; y cuando estuvo hecho
todo aqueste aderezo, dio a Quetzalcóatl el espejo.

Cuando se vio, se miró muy hermoso y fue entonces 
cuando salió el dios de su casa de maderas preciosas,
liberado por los colores y ornamentos del horror de 
los demonios.













'Canto de Coyotlinahuatl'
en "Poesía precolombina"
trad. Miguel Angel Asturias
ed. Fabril (1960)

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