Un letrado de Yishui tenía su estudio en la montaña. Una noche dos bellas muchachas entraron en su cuarto; sonrientes, quitaron el polvo de la cama y se sentaron en silencio una junta a la otra. La tela de sus vestidos era tan suave que apenas se oía sonido alguno.
Al rato una de las muchachas se levantó, abrió un pañuelo de seda blanco y lo extendió sobre la mesa de estudio. En el pañuelo habían escritas tres o cuatro líneas de caracteres, pero el letrado ni siquiera se molestó en leerlos.
La otra muchacha colocó sobre la mesa una barra de plata de tres o cuatro onzas de peso. El letrado entonces sí prestó atención: cogió de inmediato la plata y se la guardó en la manga. Las dos muchachas recogieron el pañuelo, se miraron sonriendo, enlazaron sus manos y se dirigieron a la puerta.
–¡Qué vulgar!– exclamaron antes de salir.
Cuando el letrado buscó en la manga, la plata había desaparecido.
Pu Songling (1640-1715)
de "Cuentos de Liao Zhai"
trad. Laura A. Rovetta y Laureano Ramírez
ed. Alianza (1985)
imagen: muñeca china de arcilla
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