El pájaro amarillo se posó sobre un verde sauce, detrás de su ventana. Cantaba con tan melancólicos acentos, que el corazón de Elena se llenó de pena, y el sosiego y el sueño huyeron de su lado. Llamó entonces a sus azafatas, diciéndoles: "Id a ese sauce y traedme el pajarillo que canta al lado de mi ventana."
Una de las azafatas puso un poco de miel sobre sus labios, para que el pájaro fuera a probarla, mientras llamaba suavemente. Pero cuando quiso tomarlo en su mano, el ave se alejó saltando de rama en rama.
de 'Elena, la que todo lo sabía' (fragmento)
en "Cuentos y Leyendas de la Vieja Rusia"
ed. Espasa-Calpe (1943)
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