las negruzcas olas se levantan y arrojan a la orilla multitud de algas
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pero mi padre revuelve en su mente funestos propósitos
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doce naves de rojas proas le seguían
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como en un jardín inclina la amapola su tallo, combándose al peso del fruto o de los aguaceros invernales, de semejante modo inclinó el guerrero la cabeza que el casco hacía ponderosa
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citas de "La Ilíada", de Homero, en la traducción de Luis Segalá y Estalella, un libro maravilloso y terrible al que vuelvo una y otra vez.
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