domingo, 28 de septiembre de 2014








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Subiendo mas arriba, permanece como huésped del monte Kailasa,

que utilizan de espejo las esposas de los Treinta, cuyas mesetas dislocara con sus brazos el demonio de las diez cabezas.

Sus crestas se levantan para llenar el cielo, erguidas, límpidas como el nenúfar blanco,

semejando una sonrisa permanente del dios de los tres ojos.



Cuando llegues a sus laderas, oscura como el antimonio disuelto en  el aceite,

de la montaña blanca como un marfil recién tallado,

me imagino la hermosura digna de contemplar con los ojos extasiados,

como la del portador de la reja del arado cuando echa sobre sus espaldas un manto oscuro.











Kalidasa (circa 400 d. C.)
del Megadhuta ~El poema de la nube mensajera~
estrofas 58 y 59
Trad. Francisco Villar Liebana
Ed. Nacional (1978)




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