Muchos son los pájaros, en distintas regiones del mundo, en cuyas plumas vemos engendrarse bellísimos colores a la par de sus distintos movimientos; así lo vemos, entre nosotros, en las plumas de los pavos reales, o en las colas de los ánades, o en las palomas, etc.
Más aún: en la superficie de antiguos vidrios encontrados bajo tierra y en las raíces de los rabanillos que permanecieron largo tiempo en el lecho de las fuentes u otras aguas estancadas, que cada raíz está circundada por arco iris a los del cielo semejantes. Vémoslo aún en el aceite derramado sobre el agua y en la reflexión de los rayos solares sobre la superficie del diamante o del berilo; a través de la faceta del berilo, todo cuerpo oscuro que limite con el aire u otra cosa clara parece circundado por ese arco iris entre el aire y el dicho cuerpo oscuro. Y así, en tantas otras circunstancias que no menciono, pues éstas bastan a mi discurso.
Leonardo Da Vinci (1452-1519)
"Tratado de Pintura"
trad. Angel Gonzalez Garcia
ed. Nacional (1982)
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