Acuérdaseme bien que en la ribera
de Tormes le hallé solo cantando,
tan dulce, que una piedra enterneciera.
Como cerca me vido, adivinando
la causa y la razón de mi venida,
suspenso un rato estuvo allí callando;
y luego con voz clara y espedida
soltó la rienda al verso numeroso
en alabanzas de la libre vida.
Yo estaba embebecido y vergonzoso,
atento al son, y viéndome del todo
fuera de libertad y de reposo.
no sé que decir sino que, en fin, de modo
aplicó a mi dolor la medicina,
que el mal desarraigó de todo en todo.
Garcilaso de la Vega (1501-1536)
fragmento de la Égloga segunda
en "Poesías"
ed. Losada (1979)
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