En la iglesia de Arcival, Puy-de-Dôme, al comenzar un invierno amaneció en la torre del campanario un ángel que cantaba canciones dulcísimas, desconocidas, con las palabras más bellas e incomprensibles. Cantaba días enteros con la misma dulzura y no cansaba oírlo. No probaba alimento, permanecía en la misma postura, sin notar el templo ni el pueblo, y era imposible hallar fatiga en su voz. Los domingos, toda la población permanecía fuera de la iglesia sin comer, oyéndolo hasta que oscurecía. El ángel había llegado allí por error, perdido, confundido por el frío o por la noche. Poco antes que empezara a sentirse la primavera, el ángel desapareció, a media noche; un murmullo como de abejas al principio, y después como de ángeles riéndose, hablando, interrumpió la noche. Amaneció más temprano, con el aire menos frío, más despejado, con el cielo abierto, azul.
M.O. Mortenay (1877-1952)
'Canto'
en "Cuentos gnósticos"
trad. Carlos Montemayor
ed. Premia (1985)
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