Y es que hay que ingeniárselas para lograr lo que se quiere. Se ve en el apólogo de la banda que consiguió quitarle el chivo al ermitaño.
El rey se interesó:
–¿Cómo fue ello?
El cuervo relató:
–Dicen que un ermitaño compró un chivo magnífico para ofrendarlo como azazel. Y mientras lo llevaba de camino unos pillos le vieron y decidieron quitárselo. Uno le salió al paso y le preguntó:
–¿Qué vais a hacer con ese perro, señor eremita?
Más adelante les salió al paso otro, que preguntó a su compinche:
–¿Qué ermitaño es éste? ¡Los ermitaños no andan con perros!
Por último se presentó el tercero y dijo:
–¿No iréis de caza con ese perro, señor ermitaño?
Y de este modo y otros análogos siguieron hasta que el ermitaño se convenció de que lo que llevaba era un perro y que el que se lo había vendido le había embrujado la vista. De modo que lo soltó y la banda de pícaros lo cogió y se lo llevó.
Abdalá Benalmocaffa (720-759)
"Calila y Dimna" (fragmento)
trad. Marcelino Villegas
ed. Alianza (1991)
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