Refiere el Panteón de Godofredo de Viterbo que unos monjes partieron de la costa de Bretaña, rumbo al paraíso, que (según es fama) está en el confín del océano. Llegaron a una ciudad con murallas de cristal, donde el aire era fragante. Ciervos de plata y caballos de oro bajaron a recibirlos y los condujeron a un árbol en cuyas ramas había más pájaros que hojas. Un día entero les fue permitido pasar en el paraíso.
De vuelta en Bretaña, los monjes buscaron en vano la iglesia en que antes sirvieron. Había un nuevo obispo, un nuevo pueblo, una nueva grey. Las cosas viejas habían muerto y habían nacido otras nuevas. Ya no conocían los lugares, ni los hombres, ni el lenguaje. Derramando lágrimas se contaban unos a otros sus cuitas, pues ya no tenían patria ni gente conocida.
'Los tiempos del paraíso y de la tierra no guardan relación'
en "Libro del cielo y del infierno"
comp. Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares
ed. Sur (1960)
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