(...) Ahora la demostración con que acompaña ese conocimiento amistoso con el alma y su facultad para sentarla a nuestro lado, se hace tan evidente y difícil como la dificultad del cuerpo. Sus demostraciones han comenzado para nosotros a cantar:
Como yo no distinguía todo lo suponía en su cuerpo.
Creía que la pesantez acompañaba al cuerpo y que era su realeza.
Si digo cualidad real es una substancia que viene a hacerse grosera.
Un traje en sí es una substancia.
Si camina el traje y va hacia su cuerpo es una cualidad.
Oh marcha opuesta, inencontrable de la substancia y de la cualidad.
También sabe el espíritu que la pesantez se libera del cuerpo pesado.
Y como esta pesantez no reconoce su nieve y olvida la extensión del cuerpo del hombre.
Finísima extensión, malla de acero, que rechaza y olvida la penetrabilidad.
Pues esa misma pesantez tiene su guarida en la misma masa de oro de un pie de longitud.
También la pesantez, sencillísima, vuelve a lo suyo y ahora duerme y recela en un pedazo de madera de diez metros de largo.
Pues si el cuerpo se cuelga de un cordel, la pesantez penetra toda en la parte de la cuerda que sustenta todo el cuerpo.
Y así el espíritu se cuelga al lado del cuerpo.
Y junto a éste se encamina al centro de la tierra.
Y ya caminando al centro de la tierra lo podemos medir y dividir y así precisamos que él no se desvanece.
José Lezama Lima (1910-1976)
'Las imágenes posibles' (fragmento)
en "Los grandes Todos"
ed. Arca (1968)
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