El tiempo ha sido muchas veces comparado al agua, la preferían los poetas y los profetas al aire o al fuego (de la tierra no se hablaba). El agua se ve correr, no el viento, que necesita del polvo, y las llamas desaparecen demasiado pronto. La tierra es inmóvil. Sin embargo, los poetas debieran preferirla y a las raíces que la atraviesan y que representan mejor el tiempo que el agua del río, grande o pequeño, y no debieran olvidar que el fuego forja la vida y que el agua es demasiado fría y está muerta y corre sólo por su propio peso y que las llamas suben hasta el cielo. El viento doblega árboles e hincha las velas, aunque apague candelas y sea tan capaz, o más, de destruir como el agua, la tierra o el fuego, y es el único que se pasea con libertad donde le parece mejor. El tiempo, en cambio, tiene una sola dirección y cae de su propio peso y es incapaz de rebelarse contra el sol, como lo hace el viento, que puede oscurecerlo. ¡Ojalá el tiempo fuera como el viento y yo pudiera ser joven, otra vez, como tú!
'Canción de amor y envidia'
atribuida a Fu-Po
en "Antología Traducida"
Max Aub
ed. Seix Barral (1972)
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