Respondió Kirta, el Noble:
–¿Para qué quiero yo plata y amarillo (metal),
oro junto con el lugar en que se encuentra,
siervos a perpetuidad,
aurigas de carros
de la reserva de esclavos?
Más bien, lo que no hay en mi casa me darás:
dame a la joven Hurray,
la más graciosa de la estirpe de tu primogénito,
cuya gracia es como la de Anat,
como la belleza de Ashtarte su belleza,
cuyas niñas de los ojos son gemas de lapislázuli,
sus pupilas pateras de alabastro;
la que en mi sueño El me otorgó,
en mi visión el Padre del hombre,
para engendrar progenie a Kirta,
un príncipe al siervo de El.
de 'La epopeya de Kirta' (fragmento)
en "Mitos, leyendas y rituales de los semitas occidentales"
trad. Gregorio del Olmo Lete
ed. Trotta (1998)
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