Inmenso es el corazón del Escorpión. Allí está en su prisión, encadenado al dardo y al veneno. Allí está en esa arena inflamada, junto a la sed del desierto, en su manto de sílex, para las caídas en el abismo.
Allí está con sus troneras y buhardas, para la vida y para la muerte, para la lluvia y el buen tiempo. ¡Qué inmenso era entonces el deseo!
Pero veamos, ¿dónde me encuentro, exactamente? ¿En el deseo o en el desierto? ¿Estoy en la humareda de una noche de junio? ¿Estoy en una selva en marcha? ¿Estoy en la caldera del cielo que vierte sus serpientes entrelazadas en el abismo del horizonte?
El Escorpión zozobró en el furor y creo que nadie, aquí, podría ordenar sus cordajes después de semejante tempestad, y además, habría que saber si estaba el deseo en mi sangre o era mi sangre la que estaba en el deseo.
Maurice Blanchard (1890-1960)
'Antares'
en "Antología de la poesía surrealista"
trad. Aldo Pellegrini
ed. Fabril (1961)
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