miércoles, 17 de mayo de 2017

las tres preguntas






   No hace mucho tiempo, en la espesura del pinar llamado Coilla Doraca, vivían dos Filósofos. Eran más sabios que nada ni nadie en el mundo, sin contar al Salmón que habita en la alberca de Glyn Cagny donde el avellano, que crece a su orilla, arroja los frutos del conocimiento. Él, por supuesto, es la criatura viviente más profunda, pero en cuanto a sabiduría, los dos Filósofos eran casi tan sabios como él. Sus rostros parecían de pergamino, tenían las uñas sucias de tinta y eran capaces de resolver al instante cualquier dificultad que les planteasen, incluso las mujeres. La Mujer Gris de Dun Gortin y la Mujer Flaca de Inis Magrath les formularon las tres preguntas que nadie había podido responder jamás, y ellos las contestaron. Así fue como lograron la enemistad de estas dos mujeres, mucho más valiosa que la amistad de los ángeles. La Mujer Gris y la Mujer Flaca se enfurecieron tanto al escuchar las respuestas que se casaron con los Filósofos para poder pellizcarlos en la cama; pero los Filósofos tenían la piel tan dura que no se enteraban que los pellizcaban. Compensaban la furia de las mujeres con un amor tan tierno que estas perversas criaturas estuvieron a punto de morirse del disgusto; y, una vez, en un éxtasis de exasperación, tras recibir un beso de sus maridos, lanzaron las mil cuatrocientas maldiciones en las que consistía su sabiduría y los Filósofos las aprendieron, con lo que llegaron a ser más sabios incluso que antes.















James Stephens (1880-1950)
de 'La llegada de Pan' (fragmento)
en "La olla de oro"
trad. Olivia de Miguel
ed. Siruela (2006)

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