El hijo:
¿Qué entendéis vos, oh divina, por crecer y pulular? Pues no creo que ella (la piedra) crezca ni sea multiplicada, sino del mismo modo que el pan crece al añadirle harina y las demás cosas necesarias para su fabricación.
La Naturaleza:
Hijo mío, lo has entendido mal. Pues la piedra, es decir, la medicina que buscas, vegeta y se multiplica como el grano de trigo lanzado en una buena tierra, el cual, cuando muere, produce multitud de frutos. Así lo testifica el divino Pablo, lo que es sembrado no fructifica si antes no es corrompido, si no ha muerto; así, cuando es corrompido, puede producir muchos otros granos. Debes comprender esto de la misma manera. Pues de un grano, que es el peso más pequeño, se producirán, grano aparte, cien mil talentos, que es el peso más grande. E igualmente mil veces mil talentos, y así hasta el infinito sin ninguna determinación de número, según la santa voluntad de crecer de la potencia al acto.
Egidius de Vadis
del capítulo XIX (fragmento)
en "Diálogo entre la Naturaleza y el Hijo de la Filosofía"
trad. Santiago Jubany i Closas
ed. Indigo (1997)
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