viernes, 7 de noviembre de 2014

nostalgia de los orígenes





mi primer encuentro con los animales prehistóricos fue en el rincón de ciencias de la salita del jardín de infantes donde algún padre inspirado había prestado un enorme libro (enorme para mis cinco años y para el resto de mi días), con una cantidad de láminas ilustradas: fue ver esas imágenes y a partir de ese momento mi imaginación de niño se transformó en un escenario de volcanes, selvas primitivas, mares y cielos poblados de monstruos magníficos.




por ese entonces encontrar un libro de dinosaurios era más difícil que toparse con un brontosaurio en la plaza, ni hablar de dinosaurios de juguete, ni en cualquiera de los formatos que pueblan hoy las jugueterías, kioscos y librerías. 




el libro original que había visto por primera vez pertenecía al reino de lo inalcanzable, no sólo por su precio sino por su categoría de "libro importante para grandes"

*

de ahí mi emoción irrefrenable cuando encontré este otro libro (ya con seis, siete años) en una de las pocas librerías de mi barrio (no recuerdo en cuál sería: Marietta, Mangione, o Marciano. La Internacional vendría unos años después)




"Animales del Pasado" formaba parte de la colección de los 'Libros de Oro de Estampas' de editorial Novaro - México, libros que traían varias planchas de estampas en color, previamente perforadas en sus bordes, y en el dorso una película adhesiva similar a la de las calcomanías. Era cuestión nomás de cortar con cuidado cada una de las figuritas -difícil tarea si las había, a veces la ansiedad nos jugaba una mala pasada y el tirón rompía alguna de las esquinas- humedecer el dorso, y pegarlas en la página correspondiente, donde había otra imagen para colorear (≪dibujos para iluminar≫ según la tapa del libro). 




estas reproducciones son de un ejemplar hallado hace poco tiempo en una feria de parque,
creo recordar que el mío estaba pintado con lápices de colores.




hoy vuelvo a releer sus textos y los encuentro poblados de errores, 
pero estas imágenes formaron parte del imaginario infantil de mis hermanos, primos y mío, el cerebro  fértil que recreaba mundos de un pasado extrañamente familiar.





(años después pude encontrar el libro original de aquella salita de cinco, que todavía conservo y atesoro, y que quizás algún día comparta en estas páginas.)




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