Planté un árbol en mi corazón que te ama.
Estación del hielo y el fuego definitivamente indomables.
Fuego que no se adormece aunque venga el invierno.
Hielo que no florece aunque venga la primavera.
Como no tenía un puñado de tierra donde pudieras echar raíces,
planté un árbol en el agreste y vacío llano de mi corazón.
Después que lo planté, echó por su cuenta raíces profundas.
Aunque no lo cuidé, creció día a día y le salieron hojas.
A cada paso en falso que daba, brotaban uno a uno los pimpollos.
De pronto sopló el viento en el rudo lugar de trabajo y en el feroz campo de lucha,
ladeándose, temblaron mucho sus hojas y se marchitaron sus pétalos.
En el llano de mi corazón también se escucha el viento de la estación que pasa,
se profundiza el sonido del agua y se acumula la nieve en las delgadas ramas.
Mis jóvenes sueños relegados,
que no me visitaban porque no tenían en dónde descansar sus aleteos,
ahora vienen a cantar convertidos en pájaros en las ramas nevadas del árbol.
El árbol plantado en el llano de mi corazón que te ama.
Una vez que se le caen las hojas y se marchitan sus flores,
se posan mis jóvenes sueños y cantan los pájaros.
Mu-San Baek
"El tiempo humano"
trad. Sun-me Yoon
ed. BajoLaLuna (2011)
imagen: fotografía de Werner Forman
matriz de madera destinada a la impresión de papel o de telas
Corea, Siglo XIX
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