(...) Pero cuando la palabra Corazón, en el sufismo –como en todas las místicas–, se refiere a un centro particular y diferente de los demás, normalmente no se trata ni del más alto ni del más bajo, sino del centro del alma. En el macrocosmos, el Jardín del Edén es a la vez centro y cúspide del estado terrenal. Por analogía, el Corazón, que en el microcosmos corresponde al centro del Jardín, es a la vez centro y cúspide de la individualidad humana. Más exactamente, el Corazón corresponde al centro del Jardín, punto donde crece el Árbol de la Vida y de donde brota la Fuente de la Vida. De hecho, el Corazón no es sino esa Fuente (...). La particularidad de este penúltimo grado de la jerarquía de centros es que señala el umbral del Más Allá, el punto en el que acaba lo natural y empieza lo sobrenatural y lo trascendente. El corazón es el istmo (barzaj), tan a menudo mencionado en el Corán, que separa los dos mares que representan el Cielo y la tierra, siendo el agradable mar de agua dulce el ámbito del Espíritu y el mar salado y amargo el del alma y el cuerpo; y cuando Moisés declara: No cejaré hasta que alcance la confluencia de los dos mares, está formulando el voto inicial que debe hacer, implícita o explícitamente, todo místico para alcanzar el Centro perdido (...).
Martin Lings (1909-2005)
fragmento de 'El Corazón'
en "¿Qué es el sufismo?"
trad. Alejandro Corniero
ed. Taurus (1981)
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